lunes, 21 de marzo de 2011

El Dinero no siempre sirve para lo que necesitas



Quebec City, 1997
Dëê Home

Un día me dijo una periodista, que yo no callaba nunca, que siempre tenia una historia para contar… eso después, de estar casi una hora al teléfono cuando apenas la entrevista debía durar no más de 15 minutos.

Yo me pare a pensar y le respondí

Como todos creo, Todos tenemos muchas historias que contar, las personas siempre tienen cosas interesantes a explicar!

No todas... Me respondió seria.

Termine contestándole a las preguntas que me realizaba de la mejor manera posible y concluimos la entrevista sin más.

Pero yo me quede con aquel gusto amargo en la boca del que sabe que no puede  callar nunca y siempre tener cosas que explicar.

Yo a lo largo de los años, he encontrado a la tartamudez de mi infancia, siempre como última responsable, callé casi seis años de manera involuntaria, así que no me bastará el resto para compensar.

Lo que si hice, fue pensar en aquella máxima que me dijo la periodista sobre que:

No todos tenemos cosas que explicar.

Y yo tengo una historia que pretende ir en contra de esa teoría…

Es primavera del 2002 y estoy en Canada, he tenido suerte y el tiempo acompaña sol por el día y una temperatura más que agradable incluso llega a ser caluroso por momentos, yo llevo en el bolsillo una cantidad enorme de billetes de 5 dólares canadienses ¿Qué? ¿Porqué? Por que el día antes de viajar me dice el cajero del banco con cara de asco, que de dólares canadienses no poseen billetes de denominación mas alta y que me conformo con eso o no hay más, como siempre he tenido un espíritu resignado para este tipo de cosas, los acepto sin más remedio, dinero es dinero pienso para mi, sea de la denominación que sea.

He bajado del metro y estoy en la estación Jean Drapeau mi primera intensión es acudir a la exposición que hay en un edificio circular y esférico (Biosphere) que hay justo delante de mi, es sobre las crecidas de los afluentes del Rio San Lorenzo el tema no me interesa, pero quiero ver de cerca, como se resolvió la estructura mecánica del edificio, no es que sea arquitecto ni mucho menos, es solo una de mis obsesiones involuntarias, el acudir a edificios singulares.  Pero la visita da para muy poco, un detalle singular es que han cerrado la estación ya que hasta dentro de dos horas no saldrá el próximo tren a la ciudad, por que no he comentado que este singular edificio solo podía estar en un singular emplazamiento, que es en la parte sur de  St Helen´s Island, de verdad en la guía la cosa prometía, lagos parques verdes para hartarse, cafés, terrazas, edificios singulares, encima día de sol… así que el que cierren la estación casi era un magnifico pretexto para quedarme más tiempo dentro de la isla.

¡Fracaso!

Los cafés,  y las terrazas aun no comienzan temporada, son apenas los primeros días de sol y un buen comerciante sabe cuando toca abrir el negocio y ese día no tocaba…  los cuatro turistas despistados que se bajan detrás mío desaparecen en medio de tanto parque y no me extraña… intento pasear pero claro a mi tanto árbol me termina pareciendo igual, ademas no poseen aun hojas, así que solo contemplo armazones desnudos que prometen vida de aquí a unas semanas… vuelvo a la estación, llevo un libro en la mochila y pienso leerlo hasta que pueda marchar en el próximo tren… sale el sol, incluso hace calor, tengo sed… descubro una maquina de refrescos, esta conectada tiene una luz roja!!… hay bebida fría en su interior… mi vida comienza a mejorar… lectura, parque, tranquilidad, bebida… suena a plan de primavera.

Pero la bebida cuesta 2.50 miro en el rotulo… en la cartera y solo llego entre todas las monedas incluso las pequeñas  a 1.80 no hay maquina de cambio para mis billetes nuevos de 5 dólares, me están entrando ganas de patear la maquina y sacarle por las bravas la bebida… pero me temo que serviría de bien poco  y termino por conformarme, a falta de más… miro el reloj y no han pasado ni 20 minutos desde que he llegado… sigo parado delante de la maquina aprieto varias veces el botón con la esperanza de que pase el milagro y tenga una bebida fría, nada.

Giro la mirada y al final de una calle enorme y desolada… de tan desolada que ni nombre tiene, ahora que he revisado el mapa para tener la información completa me doy cuenta de eso… viene un “Homeless” empujando un carrito de supermercado se acerca poco a poco sin prisa debe gustarle el sol y la temperatura… yo abandono mi situación delante de la maquina sin no antes darle una merecida patada y me siento delante en un banco de cemento esperare resignado el siguiente tren y ya esta!!

El “Homeless” sigue acercándose…. Por el semblante en la cara me temo que me ha calado, me dan ganas de admitir… “ Si soy el turista imbécil que no se entera de los horarios canadienses y de las temporadas de visita, encima soy de aquella clase que no sabe ni hacerse con una buena cantidad de monedas locales para evitarse problemas como este”, tengo calor, me estoy amargando y no se me ocurre otra cosa que saludarle con un gesto…

Es un hombre, debe tener unos 20 años mas que yo en aquella época, me sonríe… da un trago largo a una cerveza de medio litro en lata que lleva en el carrito del súper… se acerca y me da la lata me dice en francés, que me la deja que hace calor, hace un gesto de marchar yo no se que decir, me quedo sorprendido, me dice ahora en ingles que es para mi, que esta fría refiriéndose a la cerveza, lo he entendido desde la primera interlocución en francés, pero es que aun no termino de entender lo que esta pasando, o si, y por eso no puedo responder… hago un gesto de buscar en mi bolsillo mis monedas y un par de aquellos billetes tan inservibles y de demostrada inutilidad, hace un gesto con la cabeza negativo y yo desisto, no quiero molestar.

Y no se como desaparece con una velocidad increíble, dejo de verle, con lo larguísima que era la calle esa sin nombre, y va esté y desaparece enseguida.

Yo creo que este hombre me podría explicar a mi, muchísimas cosas interesantes por que en dos segundos me dio la mejor lección de solidaridad que me han dado nunca y me niego a pensar que como él no somos todos… que podemos contarnos historias y enseñarnos cosas por el puro gusto… aunque la periodista no lo crea.

Me bebí la cerveza… volví al hotel en el siguiente tren, la isla fue un asco, pero yo regrese mas sabio gracias a la lección de un hombre solidario que me encontró perdido y amargado en ella.

Dos cosas aprendí:

Que el dinero no siempre sirve para lo que necesitamos.
Y que la cerveza si se comparte sabe mejor.  Fotos Canada

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